miércoles, 29 de junio de 2011

Nostalgia


Gabrielle se quedó mirando la puerta por la que acababa de salir el amor de su infancia, y se quedó en la misma postura, sin moverse apenas, durante media hora.
Se miró las manos. Luego, cerró los ojos y miró en su interior, pero no encontró sentimiento alguno hacia Jake, exceptuando la gran amistad que les unía. ¿Era posible que sus sentimientos hacia él se hubiesen volatilizado?
Suspiró, largo y tendido, y luego tomó su primera decisión-no-importante de lo que llevaba de día día ; iba a ducharse.
El agua caliente de la ducha arrastró toda la suciedad y sudor de su cuerpo, pero no fue capaz de quitarle esa sensación de suciedad que la carcomía por dentro.
Entonces, pensó en todo lo que le había pasado en los últimos días, en lo que había cambiado todo en tan poco tiempo. Pensó en que había estado tanto tiempo intentando asimilarlo, que no le había dado tiempo a sentirlo.
Recordó, entre agua caliente y jabón, la sensación de vacío que había sentido cuando sus padres le habían dicho que no lo eran, y sintió tristeza.
Volvió a experimentar la alegría inmensa de reencontrarse con su verdadero padre, y el inmenso dolor de que se lo arrancaran cruelmente minutos después.
Y por fin, nuestra triste y desgarbada protagonista derramó su dolor, su frustración, su miedo y su tristeza, sentimientos que cayeron en forma de lágrimas de sus claros ojos azules, fuentes de dolor y de promesas, puesto que se prometió a si misma que nunca mas le harían llorar, porque se haría fuerte. Fuerte como su madre, que fue expulsada de su hogar y traicionada por el hombre al que amaba, y a la cual su familia le había vuelto la espalda como si fuese una desconocida. Fuerte como su padre, que había soportado el ver a su amada con otro hombre y que había tenido el valor y la arrogancia de partir junto a ella rumbo al exilio, por amor.
Salió de la ducha y se miró al espejo. En lugar de a la radiante jovencita que, días atrás, había cumplido diecisiete años, se encontró a una adulta demacrada y carente de expresión alguna en sus ojos vidriosos y rojizos de tanto llorar. Se desmaquilló en silencio, quitándose el rimel descorrido de las mejillas, y, en el mismo silencio, se puso el pijama. La suave tela la envolvió y el perfume del suavizante la hizo sentirse segura, como cuando aún ella era ella y vivía en su casa.
Aquel pijama azul con estrellas negras le traía vagos recuerdos de una de las muchas tardes de compras que a ella tan insoportables le parecían; carteles de rebajas en los escaparates, la canción de moda a todo volumen en todas las tiendas, niños chillando y correteando, mucho calor y esa sensación de agobio que la invadía cuando su madre y ella entraban en las tiendas más abarrotadas.
Ahora, daría cualquier cosa por volver a sentir aquellas emociones perdidas.
Ensimismada en sus pensamientos como estaba, no notó como se abría la puerta de su habitación, ni como una persona se deslizaba silenciosamente hasta la cama, ni oyó el sonido de los muelles al ceder ante el peso de la persona que acababa de sentarse.
Solo lo vio cuando salió del baño, envuelta en nostalgia, y levantó la vista.
- Tu...- Susurró entre dientes.

2 comentarios:

  1. AAAAAAAH!
    Por que siempre me dejas con esa intriga cuando acabas tus nuevos capitulos T3T

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  2. SFSDFSFAS CARLAAAAA opino lo mismo que Marina ._.
    ME he dado cuenta del cambio de narrador 8D

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